Marcela Niño, atleta caleña.
Marcela Niño, atleta caleña.
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Caleña llegó a Barranquilla a una carrera atlética pero no pudo participar porque “le robaron todo”

Marcela Niño quería debutar en el atletismo currambero, pero un delincuente la dejó a la deriva. No tiene muchas ganas de volver.

Barranquilla le dio una particular bienvenida a Marcela Niño, una corredora caleña de 34 años que aterrizó el pasado sábado por primera vez en la ‘Puerta de Oro’ para decir presente el domingo en la carrera atlética un cuarto de maratón “Corre como el Viento”, organizada por la Fuerza Aérea Colombiana (FAC). 

La costa no estaba en sus planes, tampoco en sus deseos. Le comentó a Zona Cero qué sabía de la carrera, mas su situación económica no le daba para trasladarse a la cita. Resignada a tener un fin de semana cotidiano, el patrocinio de una amiga, que quería tener compañía, le cambió totalmente su agenda. 

“Soy corredora de acá de la ciudad de Cali, pero no manejo muchos recursos para viajar hacia otras partes. Una compañera me patrocinó para ir a correr allá. Me pagó los tiquetes, la inscripción y hasta el hotel”, expresó inicialmente. 

“Iba a viajar con ella, pero lastimosamente se enfermó el pasado jueves. Me tocó viajar sola y, pues poner para la comida y los transportes (internos). Como todo ya estaba pagado, tomé la decisión de ir”, agregó.

El reloj marcaba las 8:20 a.m., cuando el calor barranquillero abrazó la humanidad de Marcela. Un viaje sin inconvenientes (7:00 a.m.). Su primer destino era el Centro Comercial Viva, allí recogería todos los implementos de la competencia. La recomendación era clara, tomar bus (los taxis no bajaban su tarifa de 40.000 como mínimo). 

Marcela Niño sonriendo en una foto.

Un robo peculiar

Niño hizo todos sus compromisos sin inconvenientes. Solo le faltaba instalarse en el hotel, descansar y salir con toda en la madrugada del domingo, su nuevo destino indicaba el Malecón del Rio, puesto que se residencia temporal no quedaba muy lejos de allí. 

Le preguntó a una, dos, tres y hasta cuatro personas, ninguna supo qué bus la podía dejar en el lugar. Su quinta opinión llegó a modo de motociclista. Un hombre supuestamente llamado Antonio González, de 45 años, se ofreció a darle asesoría.  

-¿De qué ciudad eres?, consultó la persona después de un par de minutos conversando. 

-Cali, afirmó Marcela inocentemente. 

“Antonio” le profesó su fe cristiana y le aseguró ser una persona de bien que trabajaba a no muchos metros del Centro Comercial. De hecho, se postuló a solo cobrarle seis mil pesos por llevarla hasta el Malecón. Algo que le sonó bien a la caleña.

El hombre le pidió que metiera todas sus pertenencias en la maleta para que fuese más cómoda, a lo que se la quitó de las manos para ponerla dentro de una bolsa negra en el tanque de la moto. Nunca despertó malicia en la víctima. Seguía inocente.

“Por aquí no aceptan parrilleros, pero si nos para un policía decimos que somos primos”, le llegó a mencionar el motociclista.

Después de 15 minutos de marcha, el hombre tuvo un frustrado intento de subirse a un andén. Infiere Marcela, ya con la cabeza más fría, que fue una forma de bajarla del transporte. Le dijo que realizaría un cruce prohibido por lo que necesitaba que ella vigilara que no viniese ningún policía. 

Estando ya solo en la moto, avanza unos metros advirtiendo que iba a dar la vuelta cuando aceleró y se perdió en el camino. No lo busqué más.

Marcela Niño quedó inmóvil, en shock. Se sentó a llorar hasta que una adulta mayor, que pasaba por el lugar y se preocupó por ella, la terminó regañando por “no tomar un taxi”.

Marcela Niño posando para una foto en sus redes.

Allí estaba por primera vez en una ciudad, sin ninguna de sus pertenencias, ni documentos y con la preocupación de que el vuelo de regreso estaba programado para salir el domingo desde el aeropuerto de Santa Marta.

“Fui a una estación de Policía para poner el denuncio, pero los agentes me dijeron que no podía hacer nada. Que eso había que hacerlo en la Fiscalía. Sin embargo, quedaba en el Centro y estaba cerrada por ser fin de semana. Otro de los uniformados solo me mencionó que llamara a alguien para que me mandara plata y listo, la denuncia tenía que ser virtual”, relató la deportista.

Denunció que organización del evento también se lavó las manos y le dijeron que tampoco podían hacer nada. Una de las chicas que entregaba los kits de carrera fue la que le regaló un minuto para llamar a la amiga que la había invitado. Ella se comunicó con un cercano y este se encargó de rescatarla y llevarla al aeropuerto Simón Bolívar el domingo.

“Solo quería llegar a Cali, uno con el desespero no halla tranquilidad. Quería aterrizar abrazar a alguien conocido. Todo ha sido muy complicado”, comentó a Zona Cero.

Marcela Niño ya se encuentra tranquila en su hogar, aún lamentándose por las pérdidas que se estiman en siete millones de pesos, entre los cuales estaban sus dos celulares iphones (uno lo había recién terminado de pagar y el otro con apenas dos cuotas consignadas). El deseo de volver a Barranquilla es poco.

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